jueves, 9 de agosto de 2007

Amores que matan


Lo miró tendido en el piso del cuarto, frío y pálido cubierta su mirada por el velo de la muerte, Iris besos sus azules labios y se recostó en su pecho creyendo que aun podría sentir un latido, una señal que le indicara que aun había una gota de vida, lloró al darse cuenta que en aquella habitación alumbrada por los últimos rayos de sol, solo respiraba ella, Álvaro se encontraba muerto, el único hombre que había tenido en su vida se había ido para siempre, se levanto del suelo, estiró su vestido violeta manchado con la sangre de su esposo, caminó al velador y sacó de un cajón la foto del día de su matrimonio, la única que aún conservaba intacta, la puso en el pecho de Álvaro, secó sus lágrimas con sus manos, rezó por casi diez minutos, se despidió como lo hacia cada día, a través de un suave beso en su mejilla.


Miró el reloj en la muñeca sin vida y se levantó nuevamente.

Aun me quedan algunos minutos antes de que llegue la policía dijo en voz alta.

Caminó al baño y tomo una ducha como no lo hacia hace años, sola. Miro su cuerpo desnudo en el espejo toco su vientre y sus pechos, pensó nuevamente en Álvaro, recordó como a el le encantaba mirarla, así desnuda y tocar su carne aunque ella se opusiera, dominándola en cada momento, como si ella fuera de su propiedad. Toco su pierna lastimada por el golpe de de un palo, miro su cara hinchada por los golpes de los puños de su amado y su cuello marcado por los dedos de su marido aquel día. Y lo recordó en la cama sobre ella estrangulándola vislumbró la cara de enojo, de odio, de rencor que ponía Álvaro cada vez que ella se negaba a realizar alguna estúpida petición de el que afectara su integridad o por no querer tener sexo con él. Debido a su ebriedad ella pudo arrancar de sus manos, correr a la cocina y tomar el arma, fue con paso decidido a la habitación, apunto directo al pecho.

No Álvaro, no más cinco años aguantando tus torturas para mí fueron suficientes, no sé si te amo-una lágrima rodó por su roja mejilla-cerro los ojos y apretó los dientes y disparó, por su mente pasaron todas las veces que Álvaro abusó de ella, aún cuando ella le rogaba que no y sus golpes constantes contra su rostro, su cuerpo y su orgullo.


Se vistió con el vestido rojo, que uso el día del matrimonio de su hermana regresó a la habitación donde se encontraba la muerte, tomó la pistola, que se encontraba en el suelo, impávida la miró un largo rato, aun sin tener demasiada conciencia sobre lo que había hecho, la puso en su boca y cerro los ojos, pretendía acabar en ese mismo lugar con su vida para siempre, cuando sintió un escalofríos que recorrió cada músculo de su cuerpo, el cual venía de su vientre.
Abrió los ojos y acerco su mano al centro de aquella sensación-no, por ti no lo haré, tengo que ser fuerte, ahora tu eres mi vida, tú que creces dentro mio, te siento en mi cuerpo-dijo.


Abrió la puerta de la calle , hizo pasar a los policías, les entrego el arma homicida diciendo- si no lo hacia yo antes el me mataría a mi, no quería morir, de la mano de mi esposo, como murió mí madre.

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